El 2 de marzo de 2014 partí hacia ocho intensos días de Challenge en Israel y Jordania, y lo hice de la mano de la EBS Business School y su gran conjunto humano. Ya nada volverá a ser igual.
Todo comenzó con un e-mail de mi por entonces profesor de Contabilidad de Costes II en la Universidad de Extremadura, Esteban, en el que anunciaba la convocatoria de tres plazas para poder asistir, en buenas condiciones económicas, a un viaje de formación empresarial a Israel y Jordania del 2 al 9 de marzo, organizado por la Extremadura Business School en colaboración con la Fundación Caja Extremadura. Suerte tuve de ver dicho correo, ya que no suelo revisarlo con frecuencia. Leí las bases e información del viaje muy por encima, y tuve la tentación de caer en la apatía que caracteriza hoy día a muchos jóvenes y estudiantes de nuestro país y que consiste en “pasar” olímpicamente de estas oportunidades o en decir: “qué pereza, para qué voy a ponerme yo a escribir una carta de motivación y rellenar todo el papeleo, con lo a gusto que estoy en casa”. La mayoría de estudiantes de la Facultad, que no todos, “pasaron” de intentar obtener este viaje, pero yo en realidad no tuve ninguna duda, y me dispuse presto a rellenar todo el papeleo y cuanto hiciera falta. Era una oportunidad de oro para conocer una tierra apasionante y para adentrarme en la formación directiva que ofrece la EBS, de la que ya había oído hablar desde hacía tiempo. Unos videos que me envió el director de la EBS, Carlos Ongallo, sobre el Challenge en ediciones pasadas acabó de inundar mi cabeza de ilusión y expectativas.
Pues bien, tras completar todos los trámites de solicitud, se me comunicó en un primer momento que no estaba entre los tres estudiantes seleccionados para participar en el Challenge. Ya lo había asumido, el agua fría del jarro que había caído ya se había secado. Pero, poco más de una semana antes de la fecha de comienzo, recibí el WhatsApp de Carlos Ongallo diciéndome que había una plaza adicional y que era para mí si le decía que sí en breves minutos. Obviamente no lo dudé y le contesté con un SÍ rotundo. Ahí comenzó una aventura que considero uno de los puntos de inflexión de mi vida profesional, y también personal.
¿Qué es el Challenge de la EBS?
El Challenge de la EBS Business School es una actividad de formación directiva outdoor, considerada la más importante de cuantas hay en España, que se celebra en formato de competición por equipos dentro de una atmósfera de convivencia e interacción con el entorno. Su objetivo principal es el desarrollo de las capacidades de liderazgo, toma de decisiones y trabajo en equipo; mediante una serie de pruebas que sacan de la zona de confort al participante y a su equipo, dentro de un ambiente de incertidumbre continuo, y exigen lo máximo de sus áreas cognitiva, física y mental. Y todo bajo la docencia y apoyo de un excepcional grupo de profesores y formadores. Pese a que sus destinatarios principales son directivos en activo o en vistas a serlo, se trata de una experiencia de pleno desarrollo del ser humano como tal, por lo que a cualquier persona le aportaría grandes valores. Normalmente suele desarrollarse en entornos espectaculares, que hacen de esta experiencia algo absolutamente diferente, algo inolvidable. Aquí expongo mi crónica de este EBS Challenge 2014 de Israel y Jordania.
Día 1: Comienza la aventura. Llegada a Tel Aviv y Jaffa.
Tras habernos reunido varios de los participantes en Mérida (y otros en Madrid) unos días antes para conocernos y recoger las equipaciones de nuestro respectivo equipo (el mío era el de color blanco, bautizados como “Esenios”), partimos, la madrugada del sábado 1 al domingo 2 de marzo, desde Cáceres hacia Tel Aviv. Fue un viaje largo e incómodo por la brutal seguridad que obsesiona y que imponen los israelís, ya desde el aeropuerto de Barajas con entrevista personal de bastantes minutos incluida. El trayecto sirvió para empezar a conocernos todos un poquito mejor, alumnos y profesores. Puedo decir bien alto que es de los pocos eventos de los que he participado en los que todos los participantes, el 100% de los 49 valientes que éramos, me causaron una gran impresión desde el principio; sentimiento que se incrementó, continúa y continuará, ya que regresé con 49 buenos amigos.
Al fin llegamos a Tierra Santa, donde es una hora más. Era Domingo por la noche (allí oscurecía a las cinco), y nos esperaba nuestro guía, amigo y profesor Emérito, persona clave a la postre. Nada más aterrizar en Tel Aviv, y tras pasar de nuevo la seguridad, nos dirigimos en el autobús que nos aguardaba hacia el hotel Herods Tel Aviv. Cuando vi la pegatina gigante del Challenge en el autobús empecé a darme cuenta del exquisito cuidado del detalle que existe en la EBS y en su director, Carlos Ongallo. Todo lo relativo al Challenge estaba pensado y diseñado al milímetro, y el aspecto físico de las cosas oficiales era un gran reflejo de ello. Al llegar al hotel nos recibieron con un cóctel (organizado por una familia de Belén amiga de la EBS) y, después, fui a mi habitación a dejar las cosas junto con alguien que ya es un gran amigo, el joven placentino Fran, con quien compartí habitación todo el viaje. Nos habían citado a las ocho en punto, no sabíamos para qué. Y es que en el Challenge todo es sorpresa. No obstante, hay que decir que el Challenge por equipos propiamente dicho no empezaba hasta el martes.
Pues bien, nos subimos al autobús y el destino era Jaffa, ciudad antigua situada en el Sur de Tel Aviv, y con quien comparte una misma entidad municipal. Se ubica sobre la misma llanura costera que Tel Aviv, bañada por el Mar Mediterráneo. Jaffa es un lugar que constituye probablemente el mayor punto turístico de Tel Aviv y que cuenta con valiosos monumentos, destacando la Puerta de Jaffa. Está a mayor altura que el resto de la ciudad de Tel Aviv, y conformó un lugar de vigilancia militar estratégico en el pasado, siendo zona de disputa entre árabes e israelís en 1948. Hay evidencias de vida en Jaffa desde el año 7.500 a.c. Allí pasamos una hora en un entorno precioso, con solemne entrega de corbatas azules de la EBS a los nuevos miembros, entre los que me incluyo. Después, pasamos un ratito paseando y tomando algo por la playa de Tel Aviv y, poco después, marchamos a descansar.
Día 2: Turismo por Tel Aviv, Misión comercial y reunión previa a la competición.
Al día siguiente madrugamos con el objetivo de estar listos a las 7 (la hora media de madrugar fueron las 6). Por la mañana estuvimos visitando algunos lugares representativos de Israel como lugar de innovación y emprendimiento mundialmente reconocido. No podía faltar en la visita el Weizmann Institute of Science, un centro de investigación multidisciplinar responsable de múltiples avances y proyectos en diversos ámbitos. Pudimos cerciorarnos de la realidad empresarial de Israel, donde no solo innovan sino que saben vender y explotar esa innovación, algo que deberíamos aprender por aquí.
A continuación, fuimos de vuelta al hotel, donde teníamos concertada una Misión Comercial con empresarios israelís para hacer networking y conocer mejor su cultura empresarial. En mi mesa, la tecnológica (número 3), tuve la suerte de coincidir con Aviv Refuah, CEO y Fundador de BUY2, el Amazon de Israel, quien fundó su empresa con 14 años, la hizo despegar con fuerza a los 20 y poco después comenzó a cotizar en la Bolsa de Tel Aviv. Actualmente tiene 31 años, más de 70 empleados y oficinas centrales en un rascacielos de Tel Aviv, con un volumen de facturación brutal. Además, me comentó que Amazon no le va a hacer la competencia en bastante tiempo, ya que un mercado tan pequeño y convulso como el de Israel no le interesa de momento al magnate de Seattle liderado por Jeff Bezos.
Después, por la tarde, hubo tiempo libre (algo poco habitual en el Challenge). Yo lo aproveché para ir con mi compañero Fran al centro de la ciudad y callejear y observar el entorno y la gente. Sin duda, Tel Aviv es la ciudad más grande (1.000.000 de habitantes), moderna y cosmopolita de Tel Aviv. Cuenta con un ambiente internacional, festivo y acomodado. Es una ciudad famosa por sus discotecas, donde todos los jóvenes del país quieren vivir, por encima de Jerusalén. Tiene una zona financiera de grandes rascacielos; y otra más céntrica y de edificios más bajos, rodeada de bares, restaurantes, tiendas y grandes centros comerciales. La ciudad posee amplias zonas verdes y una playa preciosa. Fue chocante ver los contrastes (típicos de Israel) existentes entre la gente y en algunos edificios, alternándose ejecutivos con traje de marca con mendigos en la misma acera, así como edificios decadentes con construcciones lujosas. También en Tel Aviv se puede apreciar la diversidad religiosa del país. Me encantó pasear por la avenida central.
Antes de la cena, tuvo lugar la reunión punto de partida del Challenge 2014 propiamente dicho, competición que empezaba a la mañana siguiente. Allí nos reunimos, en el hotel Herods a las 6 de la tarde, los seis equipos y el equipo de profesores, todos uniformados con la ropa corporativa de nuestro respectivo color. Los equipos eran: blanco (Esenios), rojo (Nabateos), amarillo (Moabitas), verdes (Cananeos), azules (Filisteos) y negros (Amorreos). Los profesores y staff técnico (hakhames) iban de azul marino. Como veis, teníamos todos nombres de tribus que habitaron en la zona en tiempos remotos. Yo pertenecía, como dije antes, al gran equipo blanco de los Esenios, antigua tribu de nómadas ascetas que vivían aislados en el Qúmran, valle del desierto de Judea.
Mi equipo estaba formado por: Pablo Jerez (emprendedor y todoterreno), Alfonso Pitarch (Eléctricas Pitarch y Eléctricas del Oeste), Blanca López (experta en Protocolo y colaboradora en revista especializada), Gloria de Luna (Directora de un importante hotel en Palma de Mallorca) y Guillermo Díaz (Jefe de un equipo de investigación tecnológica en Trujillo). El profesorado y staff técnico estaba formado por: Carlos Ongallo (Director de la EBS), Mario Alonso Puig (cirujano y experto en liderazo y coaching), Juan Carlos Cubeiro (considerado el mejor coach de España recientemente y Head of Talent en Manpower Group), José María Alonso (el ejemplo para todos, cinco challenges a sus espaldas con 82 años), Jansi Escobar (luego desvelaré su ocupación), Emérito Merino (ídem), Javier Martín (periodista de la Agencia EFE en Tierra Santa), Baldomero Lago (Cónsul Honorario de España en el Estado de Utah), Noelia Ávila (Halcón Viajes), Andrés Parro e Issa Leal (fotógrafos), Israel Jorge (staff) y Elena Comín (staff).
En esta reunión nos entregaron las agendas del Challenge, personalizadas con el color de nuestro equipo, donde venían enumeradas y expresadas las seis pruebas que tendríamos que afrontar, de manera poética y en clave (cómo no). Hubo un video de presentación, discursos de cada profesor y tuvimos una hora para decidir en nuestra mesa quién del grupo lideraría cada prueba. Era nuestro primer contacto con el trabajo en equipo serio. El objetivo era ganar el Challenge, consiguiendo los máximos posibles de los 5.000 puntos a repartir entre las seis pruebas. Comenzaba la competición outdoor de formación directiva más importante de España.
Día 3. Comienza la competición del Challenge (1). Masada y entrada en Jordania.
Era martes día 4 de marzo, y madrugábamos a las 5 de la mañana para poner rumbo a Jordania, haciendo una parada secreta en el camino. Parecía que ya llevábamos una semana juntos, ya que los dos días y pico que habían transcurrido habían sido tremendamente intensos, y eso que la competición empezaba ahora. En efecto, viajamos en autobús hacia Jordania, pasando por Jerusalén, donde pudimos ver por primera vez el “muro de la vergüenza” que la separa de Palestina, pero ya habría tiempo los días venideros para observar Jerusalén de manera profunda. Los paisajes desérticos eran preciosos, como lo era el mar muerto que teníamos a nuestro lado. En un momento dado, el autobús se encaminó hacia una zona montañosa con murallas en lo alto. Era Masada, antigua ciudad de palacios y fortificaciones, famosa por su destacado papel en la Primera Guerra Judeo-Romana. Estábamos en una zona amesetada dentro de las montañas que hay junto al desierto de Judea.
Paramos en la parte baja de Masada, cogimos nuestras mochilas y nos reunimos en torno a los profesores. Nos anunciaban el comienzo de la primera prueba del Challenge (bautizada como “La Libertad”). Con una diferencia de tres minutos por equipo, cada líder fue a recoger el sobre sellado de la EBS donde venían recogidos los objetivos de la prueba. Nos tocó tomarlo en segundo lugar. La parte inicial de la prueba consistía en subir a lo alto de Masada en menos de 60 minutos. Hacia ello nos encaminamos, ayudándonos unos a otros a subir las elevadas pendientes, disfrutando al mismo tiempo de unas vistas entrañables. A mitad de camino, se nos entregó otro sobre que nos indicaba que debíamos crear un salmo o canción sobre la libertad en el que no podían aparecer esa y otras palabras. Fue la primera vez que nos organizamos como equipo para llegar a la decisión óptima. Una vez arriba y contempladas las excelsas murallas de Masada, tuvimos que memorizar parte del alfabeto hebreo y superar una prueba que exigía gran concentración, y más tras semejante subida. Después llegó la hora de cantar el salmo que habíamos estado componiendo. Tiempo tuvimos para ver cada rincón de la gran Masada, tomando algunas fotos. Había que regresar al autobús.
Tras dormir un poco en el autobús, nos disponíamos a cruzar la frontera de Israel y Jordania. Hubo que hacer larga cola para validar los pasaportes. Al pasar por el último de los exhaustivos controles de seguridad israelís, ocurrió un suceso que nos hizo latir el corazón a mil revoluciones por minuto. Pasábamos Joaquín y Mario Alonso Lluch, Mario Alonso Puig, Elena Comín y yo por unos detectores de seguridad, con forma parecida a los de las tiendas de ropa, cuando justo después pasó un hombre árabe y comenzó a sonar una fuerte alarma. De repente, apreció justo delante de nosotros, a apenas un metro, un israelí vestido con camiseta de calle con una metralleta, gritando y apuntado a los árabes ubicados a mi espalda. Los árabes se revolucionaron y parecía que se liaban a tiros en línea recta a nosotros. Afortunadamente fue una falsa alarma y todo se calmó a los pocos segundos. Fue un momento de máxima tensión, una “calurosa bienvenida” a Jordania. Menos mal que son países con tratado de paz vigente entre ellos… Ya estábamos en Jordania, extraordinario país árabe.
Allí, tras el paso de la frontera, nos esperaba nuestro guía en Jordania, un cristiano de ascendencia chilena, Nabil. Nos montamos en el nuevo autobús camino de nuestro destino, la bella Petra, dejando a un lado la sureña ciudad de Aqaba. Era bastante de noche cuando llegamos a nuestro bonito hotel en Petra. Pese a estar a no demasiados kilómetros de Israel, estábamos en un país de cultura y aspecto completamente árabe, muy diferente a lo anterior. Antes de irnos a descansar tuvimos un rato de feedback con nuestro hakham Jansi Escobar. Es una buena forma de hacer balance de lo que ha sido un día intenso. Hora de dormir.
Día 4. Petra y Wadi Rum. Challenge (2).
Cuarto día, segundo del Challenge, y a las 5 de la mañana estábamos en pie para encaminarnos a la Petra antigua, la turística, la bella. Antes, en el desayuno, nos habían dado los resultados de la primera jornada, y habíamos concluido en segundo lugar, por detrás de los Amorreos. Poco después, estábamos ante una de las 7 maravillas del mundo actual. Fue una gozada introducirnos en Petra a una hora en la que no había un solo alma más allá de nosotros. La primera prueba consistía en descender hasta el Tesoro de Petra observando las paredes de las rocas y figuras esculpidas que encontráramos a nuestro camino, para responder después a una serie de preguntas de nuestro profesor Juan Carlos Cubeiro. Teníamos el Tesoro de Petra delante de nuestros ojos, una auténtica belleza para los sentidos. Allí tomamos instantáneas para inmortalizar el momento y, acto seguido, el doctor Mario Alonso nos dio un discurso épico, guiándonos hacia la segunda prueba (“La Belleza”). Había que llegar al Monasterio de Petra, en lo alto, pasando antes por todas las tumbas y un antiguo teatro romano, donde tuvimos que superar algunas pruebas e ir pensando una obra de teatro improvisada.
Qué decir de Petra, probablemente sea el sitio de belleza más pura en el que he estado jamás. Inmensos bloques de roca rojiza, grietas, sumideros, restos de historia viva, paisajes brutales, y un Tesoro y Monasterio que ponen la guinda a un lugar que hay que ver antes de morir. Una vez alcanzado el Monasterio, ubicado en lo más alto de Petra, fuimos a un mirador para observar un paisaje irrepetible. Por el camino fue interesante también ver cómo se las gastaban los comerciantes jordanos. Intentaban venderte cualquier cosa, insistiendo hasta la extenuación, con técnicas arcaicas pero efectivas. Allí pudimos ver la técnica de marketing más antigua del mundo, el engaño discreto.
En cada mirador (eran unos cinco) había un pequeño bar de madera para tomar un refresco tras la dura subida; pues bien, había un cartel que decía “The Best View in Petra” que estaba arrancado del suelo y puesto apuntando hacia uno de los miradores. Parece ser, según nos dijo Alfonso (que ya había estado antes con Soledad, su mujer) que cada mañana alguno de los dueños comerciantes lo levanta y lo pone apuntando hacia el mirador donde está su bar. Auténtico, como también lo eran los cambios dinares-euros, donde trataban de sacar tajada, como en todo.
Finalizada una mañana entera de visita a la Petra antigua, comimos y nos adentramos en el autobús con destino desconocido aunque previsible ya que encima de la cama del hotel teníamos la noche antes unos pañuelos jordanos y nos habían dicho que los metiéramos en la mochila. En efecto, el lugar de destino era el desierto del Wadi Rum, a dos horas de Petra. Allí entramos a un pequeño avituallamiento previo, donde se nos anunció el comienzo de la tercera prueba (“La Sencillez”).
Nos esperaba una camioneta con conductor árabe para cada equipo, que nos llevaría a lo largo del desierto haciendo cuatro paradas, teniendo en cada una de ellas que realizar diversas actividades que nos exigieron lo máximo de nosotros mismos y del equipo. Hubo una prueba de puntería y coordinación, otra física de ascenso a una duna, otra de creatividad y otra muy curiosa que consistía en comprar en una pequeña tienda-jaima árabe el máximo número de objetos útiles para sobrevivir en el desierto con solo 10 dinares. Ahí estuvimos los Esenios, poniendo en práctica el arte del regateo. Fue duro conseguir 7 objetos, y más aún justificar por qué un lápiz de ojos que nos regaló en la oferta final el comerciante podía ser útil en el desierto…
El desierto del Wadi Rum es un lugar increíble, allí viví algunas de las emociones más intensas de todo el Challenge. Es un terreno sencillo e inmenso al mismo tiempo, un lugar para ser consciente de lo pequeños que somos, pero lo grandes que podemos llegar a ser en el mundo.
Al finalizar la prueba de las cuatro postas del desierto, llegábamos a una zona de descanso junto a una jaima en la que luego cenaríamos, donde nos aguardaba la cuarta prueba (“La Fortaleza”). Sí, no podía faltar, era una carrera en dromedarios, y yo la lideraba para mi equipo. Había seis dromedarios, equipados cada uno con un color de cada equipo y el escudo del Challenge, y un beduíno por dromedario para guiarnos. Para mí fue una de las pruebas más difíciles de liderar, ya que entraba en juego una cuestión moral más allá de la competición. Había que elegir a solo dos de los seis miembros para montar en los dromedarios. El conflicto que se planteaba era el siguiente: por un lado, es cierto que era una competición y había que ganar, por lo que debían montar los más ligeros o los que más experiencia tuvieran (solo había montado recientemente Alfonso hace dos años); pero, por otro lado, montar en dromedario en una carrera así es un privilegio y una sensación que debe ser difícil de repetir, por lo que todo el mundo querría participar. Puse este planteamiento en conocimiento de mi equipo, y les dije que me encantaría montar igual que a ellos, no lo iba a negar, pero que había que tomar la decisión más adecuada para el equipo. Por un lado, elegimos a Blanca por ser la más ligera del equipo. La segunda plaza, por peso, era para Alfonso o para mí, pero por experiencia yo consideraba que debía ser él, aunque yo fuera el líder. Sin embargo, Alfonso en todo momento me insistió en que debía ser yo, como líder y joven ligero, quien representara al equipo en la carrera. Fue una lección humana de Alfonso Pitarch. De este modo, corrí hacia mi dromedario y me subí sobre él, para avanzar hasta mi meta, donde se ubicaba Blanca, que luego me tomó el relevo.
El resultado deparó una gran victoria de los blancos y fue, sin duda, una de los momentos de mayor adrenalina de toda mi vida. Indescriptible. Luego traté de decirle a los beduínos que esperaran para que montara el resto del equipo, pero la intensidad del Challenge impidió tiempo libre para ello.
Después, tuvimos un rato de reflexión personal en el desierto, tras lo cual cenamos en la jaima carne de camello recién asada. Fue una cena de disfrute y relajación tras un día que pareció una semana. Cómo se puede hacer tanto en tan solo 18 horas… La hospitalidad de los jordanos de la jaima fue magnífica, y la cena terminó con una “fiesta” árabe, música típica incluida, en la que todos los miembros del Challenge acabaron bailando, unos más acaloradamente que otros. Era la hora de regresar a Petra, no sin antes representar la obra de teatro que se nos había encomendado frente al Tesoro de Petra. Dos horas después, ya estábamos en el hotel, y acababa de terminar uno de los días más intensos y emocionantes que he podido vivir en mis 22 años; sin duda el día que más recordaré de este Challenge 2014 de Israel y Jordania.
Día 5. Regreso a Israel, Mar Muerto y Santo Sepulcro de Jerusalén. Challenge (3).
En el tercer día de Challenge, quinto de la aventura, nos encontrábamos ante una jornada de largo viaje y cruce de la frontera con Israel, de nuevo. Debíamos marchar hacia Jerusalén, con una esperada parada en el famoso Mar Muerto. Tras el día de Masada y las tres pruebas en Jordania, los Esenios marchábamos en primera posición.
Pues bien, amanecimos no tan temprano como habitualmente (vamos, a las 6 en vez de a las 5, que para un Challenge es tardecito). Tras tomar por última vez el desayuno buffet jordano, no muy rico la verdad, montamos en nuestro autobús por más de tres horas. A medio camino paramos en una zona comercial, donde pudimos comprar auténticas cremas y jabones del Mar Muerto y, de paso, seguir aplicando el arte del regateo. Compré varias cremas de manos y un exfoliante corporal para regalar a mi madre (le gustó mucho el detalle). Me sorprendió que en Jordania, como también en Jerusalén, nada tenía marcado el precio; todo era dudoso y negociable, eran unos auténticos comerciantes a la antigua usanza.
Después, llegamos a la frontera. Primero tocaba la parte Jordana, para salir del país. Allí hubo un problema inesperado con el papeleo del grupo y estuvimos retenidos unas dos horas. Mientras tanto, pudimos hacer más compras en un Dutty Free, donde había fabulosos precios, especialmente para los amantes del chocolate (yo), del tequila mexicano de alta calidad (algunos arrasaron) y del tabaco. Tras solucionarse el trámite, fuimos hacia la parte israelí, donde tuvimos que pasar casi una decena de controles de seguridad intermedios para poder entrar en el país judío. Su obsesión por la seguridad es brutal. Revisan todo hasta el detalle, te hacen todo tipo de preguntas y te chequean tres veces en diez metros. Parece ser que una de sus estrategias es complicar mucho el acceso a su país para que la gente no vea como algo fácil cruzar la frontera y no abusen de ello. Pese a todo, el paso de la seguridad israelí fue más rápido de lo esperado, y en poco más de hora y media estábamos todos en el autobús camino del Mar Muerto.
Al poco tiempo, ya habíamos llegado al Mar Muerto, cerca de Jericó. Nos pusimos nuestros trajes de baño, y fuimos hacia la orilla, no sin antes avistar un cartel que daba una serie de instrucciones para los bañistas, entre ellas no sumergir la cabeza. Allí comenzaba la quinta y penúltima prueba del Challenge (“La Alegría”). Esta prueba consistía, en su primera fase, en que cada miembro del equipo, por turnos, debía ir hacia una zona de la oscura agua del Mar Muerto y escarbar en la arena para desenterrar una bola del color de su equipo, a riesgo de desenterrar también alguna de otro equipo, en cuyo caso en teoría había que volver a enterrarla, aunque la gracia estaba en que el resto de miembros de dicho equipo debían estar atentos para avisar a su participante de dónde estaba su bola. Nuestro equipo solo desenterró dos bolas de las dieciséis totales que había, quedando últimos, lo que a la postre nos privó de ganar el Challenge, llenando nuestras manos y rodillas de heridas por las rocas que había. Sinceramente, fue la única prueba del Challenge que no me gustó, ya que dependía del puro azar y de nada servían otras capacidades como el trabajo en equipo, la creatividad o el esfuerzo físico. En cada bola había una palabra, con la que tuvimos que componer un chiste cada equipo en el autobús camino de Jerusalén. En el chiste, contado por Blanca López y diseñado por Pablo Jérez, quedamos primeros, resarciéndonos así de la prueba de las bolas.
Al margen de la prueba, hubo un tiempo libre para disfrutar de las aguas del Mar Muerto. El Mar Muerto está situado a unos 400 metros por debajo del teórico nivel del mar, en una profunda depresión, entre Israel, Cisjordania y Jordania. Es el único mar del mundo en el que se puede flotar, por su alta salinidad (casi un 30%), y solo habitan en él una especie de crustáceos. Es famoso también por las propiedades curativas de su agua y su barro. Por tanto, teníamos que comprobar todo lo que habíamos escuchado de este mar, y allá fuimos. En primer lugar, nos embadurnamos con el famoso barro, para posteriormente avanzar hacia el interior del Mar y tumbarnos sobre el agua. Todo lo que dicen es cierto, en el Mar Muerto se flota completamente, sin hacer apenas esfuerzo para ello. Es más, cuando estás un poco profundo, el agua te empuja de los muslos hacia arriba y cuesta luego recobrar la verticalidad. Fue una sensación increíble, que hay que vivir. Ahora bien, también es cierto que las heridas escuecen una barbaridad, como pudimos comprobar. Por otro lado, no quise desaprovechar la ocasión de hacerme la típica foto echado sobre las aguas del Mar Muerto con un periódico o papel en la mano, y le pedí a Miriam, del equipo azul, que me la tomara. Tras el citado tiempo libre; ducha, comida express y al autobús para dirigirnos a la ciudad tres veces santa.
Estábamos al lado de Jerusalén cuando Emérito Merino, nuestro gran guía en Israel, nos dijo que cerráramos los ojos al paso de un largo túnel. Tras decirnos unas palabras y, pasados un par de minutos, nos pidió que volviéramos a abrirlos, a la vez que decía: ¡Bienvenidos a Jerusalén, la capital del mundo, la ciudad tres veces santa! Fue una primera imagen de Jerusalén espectacular, pero más increíble es lo que nos esperaba nada más llegar. Se nos anunció que, antes de ir al hotel a instalarnos, íbamos a visitar el Santo Sepulcro en procesión privada.
Y así fue. El autobús nos dejó junto a la Ciudad Vieja de Jerusalén, y nos introducimos en ella a través de la Puerta de Jaffa, una de las principales y única puerta abierta del lado occidental de la muralla. A continuación, bajamos por las estrechas calles del mercado del barrio cristiano, entre la multitud que las inundaba. Al poco tiempo teníamos en frente de nuestros ojos el Santo Sepulcro, uno de los lugares más sagrados del cristianismo, donde según los Evangelios se produjo la Crucifixión, Enterramiento y Resurrección de Jesucristo. La mística y la espiritualidad del sitio eran increíbles, pese a no tener una fachada específicamente destacada en términos artísticos. Tuvimos que esperar diez minutos, que aprovechamos para hacer feedback de la jornada con Mario Alonso Puig. Acto seguido, el Santo Sepulcro comenzó a despejarse de gente y apareció un grupo de veinte frailes franciscanos que nos pidieron que nos pusiésemos en fila y les siguiésemos para entrar. De este modo, nos adentramos en la iglesia en una auténtica procesión solemne, con los franciscanos cantando y en un marco de espiritualidad muy profundo. Éramos las únicas personas dentro del templo.
Caminamos muy lentamente hasta situarnos delante del Santo Sepulcro propiamente dicho. Allí se sucedieron cánticos y oraciones de los franciscanos, y cuál fue nuestra sorpresa al ver aparecer a nuestro guía, Emérito Merino, vestido de fraile y oficiando la ceremonia. Emérito Merino nos había ocultado que era fraile franciscano y uno de los miembros de la Orden más importantes de toda España. Después, aún con los cánticos de fondo, nos organizamos en turnos para entrar en la pequeña zona del Sepulcro y poder pasar unos segundos frente a Él. Los franciscanos son los custodios del Santo Sepulcro desde hace varios siglos, supeditado a que todos los días sobre las ocho de la tarde deben entrar en procesión, perdiendo su derecho si no lo hacen.
Después, pudimos ver otras cuestiones sagradas de esta Iglesia, compartida entre católicos romanos y católicos ortodoxos, como la piedra donde fue ungido Cristo antes de ser sepultado y el aljibe donde fue encontrada su cruz cuatro siglos más tarde. Todo fue algo absolutamente espiritual y único.
Tras esta experiencia tan profunda, fuimos hacia el hotel Dan Jerusalén a instalarnos, nos relajamos en el spa y cenamos junto con los miembros de nuestro equipo. Era la noche previa a la última jornada del Challenge, la decisiva. La prueba se titulaba “El secreto de las Ocho Puertas”. De los 5.000 puntos de la competición, 2.000 pertenecían a la última prueba. Íbamos líderes los Esenios (blancos), con 150 puntos de ventaja sobre los Nabateos (rojos) y unos 200 sobre los Moabitas (amarillos). En la cena revisamos el mapa de la ciudad antigua de Jerusalén y ubicamos mentalmente sus ocho puertas. Luego, degustamos unas cervezas en la parte alta del hotel, para después ir a nuestras habitaciones a gozar de un merecido descanso.
Día 6. Última prueba del Challenge (4), Jerusalén y cena en Belén.
Viernes 7 de marzo. Hora de levantarse, desayunar y afrontar la prueba decisiva del Challenge. Nos la jugábamos y la concentración era máxima. Y todo en un entorno magnífico por las sensaciones y espiritualidad que transmitía la ciudad santa de Jerusalén. Se nos entregó el sobre con las instrucciones a cada equipo y comenzó la aventura. Parecía que se trataba de un juego de postas, en el que había que superar o realizar diversas pruebas cerca de cada una de las ocho puertas de la Ciudad Vieja de la mística Jerusalén. Así fue.
Los Esenios, liderados por Pablo Jérez, entramos por la Puerta de Jaffa y tuvimos que ir en nuestra primera posta a la Iglesia de Santa Ana, en los alrededores de la Piscina de Bethesda. Allí nos esperaba el profesor Mario Alonso Puig para darnos un sobre en el que nos indicaba que debíamos cantar una canción, improvisada en diez minutos, dentro de la Iglesia y delante de más de una centena de personas. Fue una gran prueba para superar vergüenzas y miedos que habitualmente uno tiene. La afinación fue un desastre.
Después nos dirigimos a la Puerta de los Leones, donde hubo que completar un puzzle, resuelto magníficamente por nuestra compañera Gloria. En esa puerta, el profesor Javier nos mandó al Lithostrotos, en la Via Dolorosa, que nos costó encontrar. A partir de ahí, pusimos rumbo a la Puerta Nueva para dibujar, delante de José Mari Alonso, la puerta más segura posible y a la vez integradora de las tres principales religiones monoteístas que habitan en Jerusalén. Poco antes habíamos pasado por la Puerta de Herodes para completar un curioso juego de mucho pensar: “Tenemos tres bolsas, una de oro, otra de plata y otra que no es plata. Una de ellas es mentira y hay piedras. ¿Dónde está el oro?”. La solución, concluida por mí tras minutos de confusión en el equipo, era que el oro estaba en la que “no es plata”, mientras que las piedras estaban en la de oro, habiendo efectivamente plata en la de plata. Poco después marchamos hacia la Puerta de Damasco, donde Juan Carlos Cubeiro y Jansi Escobar nos encomendaron comprar la fruta de todas las que había en el mercado musulmán que mejor representara nuestra aventura en el Challenge y justificar el por qué. La elegida fue un dátil.
Posteriormente, en la Puerta de Sion, tuvimos que decirle a Baldomero Lago el número de cuerdas que tenía el arpa del Rey David; eran nueve, como pudimos observar en una escultura cerca del Cenáculo. También pasamos por la Puerta de Jaffa, de nuevo, y por la Puerta de las Basuras. El último paso, tras más de cuatro horas, era cruzar el barrio judío realizando diversas observaciones y dirigirnos a la Puerta de Oro. Unos metros antes aguardaba Emérito Mérino, junto a la Menorah judía o lámpara de las siete luces, para hacernos afrontar la última posta. Finalizada ésta, fuimos a la Puerta de Oro, donde nos esperaban todos los profesores, con Carlos Ongallo a la cabeza, y los dos equipos que habían llegado antes que nosotros. Nos recibieron todos con aplausos, en medio de un pasillo de honor, y fue un momento de gran emoción y de satisfacción por el trabajo bien hecho y por una aventura que finalizaba y que nos cambiaría para siempre. Se nos hizo entrega de una llave para abrir un cofre donde estaban unos papeles que habíamos rellenado personalmente el primer día del Challenge y en los cuáles respondíamos a la pregunta “¿Qué persona quiero ser yo después del Challenge?”. Allí esperamos al resto de equipos, y juntos fuimos todos en ambiente festivo a comer después a la Notre Dame Guest House (preciosa, por cierto).
A continuación hubo tiempo libre, con opción de seguir visitando Jerusalén o de regresar al hotel y descansar un poco. Yo opté por la primera junto con diez personas más y pudimos explorar Jerusalén más detenidamente, pasando por lugares emblemáticos como el Muro de las Lamentaciones, en el barrio judío, y realizando alguna compra en el barrio cristiano. No obstante, al día siguiente y el Domingo había programadas sendas visitas guiadas. Después de disfrutar de este rato en Jerusalén, regresamos en dos taxis al hotel a ducharnos y vestirnos. Por la noche íbamos a cenar en una auténtica jaima de la famosa ciudad de Belén, en tierra Palestina.
De este modo, entre la emoción de haber terminado la parte competitiva del Challenge, nos dirigimos todos hacia Belén, muy cerca de Jerusalén. Por el camino, tuvimos que cruzar el “muro de la vergüenza” que separa Israel de Palestina. La verdad es que llegué a Israel siendo más pro-israelí que pro-palestino, pero mi opinión se equilibró tras este viaje. La verdad es que es lamentable el trato que dan los israelís a los palestinos, a los que tratan normalmente como verdadera escoria. Hay que decir que en palestina hay, además de musulmanes, muchos cristianos, católicos y no católicos, no lo olvidemos; no se puede asociar palestinos a islamistas radicales. Los israelís están, además, obsesionados con crear un estado únicamente judío y tratan con cierto desprecio a quien no profese su religión. De hecho, los judíos ortodoxos que pedían limosna se enfadaban mucho si un turista no les daba nada. A nivel empresarial, los judíos son duros negociantes que rozan la falta de ética y la mala educación en ocasiones, como pudimos comprobar.
Por fin, llegamos a Belén. Era de noche. Aparcamos y entramos a la jaima de nuestra familia amiga en Tierra Santa liderada por Anuar. Anuar, natural de Belén, tiene junto con su familia una agencia de viajes que organiza peregrinaciones de cristianos a Tierra Santa. Su hospitalidad fue genial. En la jaima nos recibieron con una decoración típica, comida y bebida tradicional de la zona y una atmósfera festiva y llena de alegría. Además, nos amenizaron las dos horas de cena con bailes palestinos de chicas de Belén. Posteriormente, las chicas nos sacaron a bailar y todos juntos estuvimos participando de la fiesta. Al finalizar, volvimos a pasar el control de vehículos del muro y regresamos a nuestro hotel en Jerusalén, tras otro día intenso y cargado de emociones. La competición ya había terminado, y quedaba un día y medio de relativa tranquilidad, turismo y compañerismo. También faltaba por conocer quién era el equipo ganador final del Challenge, algo que se descubriría en la cena de gala final.
Día 7. Visita guiada por Jerusalén y Belén. Cena final en el Hotel King David.
Estamos a sábado 8 de marzo de 2014. Nos levantamos con la satisfacción del trabajo bien realizado, vestidos con la camisa blanca oficial de la EBS y con ganas de seguir disfrutando de la ciudad de Jerusalén y sus alrededores, esta vez de una manera más pausada. Tras acabar el desayuno buffet genial del Hotel Dan Jerusalem, nos introducimos en el bus rumbo a la zona del Monte de los Olivos, uno de los lugares más sagrados de Tierra Santa. En el Monte de los Olivos se encontraba Jesucristo cuando fue arrestado, ya que era el lugar frecuentemente elegido para sus oraciones
Al poco tiempo nos encontramos ya a pie junto al Huerto de los Olivos y la Capilla de la Ascensión, con Emérito Merino como guía. En el Huerto, pudimos observar cómo en las paredes estaba sobre diversos lienzos la oración del “Padre Nuestro” en todos los idiomas del mundo. En castellano costó encontrarlo, estaba algo escondido. A continuación, descendimos por la falda del Monte, haciendo parada en el famoso mirador, desde el cual se observan magníficas vistas de la ciudad, con las murallas, templos y la Mezquita de la Cúpula de la Roca al fondo.
Es la típica vista de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Desde allí también se observaban las numerosas tumbas del cementerio del Monte de los Olivos, un lugar que consideran muy sagrado para ser enterrados los judíos y en el cual hacerlo puede llegar a costar la friolera de hasta 200.000 euros. Tras las pertinentes fotos, continuamos bajando hasta llegar a la capilla franciscana del Dominus Flevit, que se caracteriza por su forma de lágrima y por la famosa fotografía que se saca desde su altar a través de la ventana. Una vez contemplada esta zona, seguimos descendiendo hasta llegar al Huerto de Getsemaní, donde habitualmente oraba con sus discípulos y fue arrestado según el Nuevo Testamento Jesucristo tras ser traicionado por Judas Iscariote. Estábamos en un lugar tremendamente sagrado. Tras contemplar el jardín de Getsemaní, nos adentramos en la Iglesia de la Agonía o Basílica de las Naciones, donde descansa la “Piedra de la Agonía”. Por último en lo que respecta al Monte de los Olivos, visitamos la Tumba de María, custodiada por los ortodoxos.
Tras finalizar el tour por el Monte de los Olivos a eso de las 11 y media de la mañana, la expedición se dirige a la ciudad de Belén, a 9 kilómetros de Jerusalén, donde ya habíamos cenado la noche antes. Como ya dije, Belén se encuentra en Cisjordania (Palestina), por lo que hubo que cruzar el muro que la separa de Israel una vez más. Allí, en esta ocasión a la luz del día, pudimos disfrutar del centro de esta ciudad Santa.
En primer lugar, entramos en la Basílica de la Natividad, construida sobre el Portal de Belén, lugar donde nació Jesucristo según la Biblia. Allí estuvimos, observando el Templo y recorriéndolo en procesión con los franciscanos, sujetando una vela encendida y parándonos frente al Portal de Belén. Fue una forma privilegiada de verlo, como lo fue la visita dos días antes al Santo Sepulcro. También a nuestro paso dejamos las Grutas de San Jerónimo o la Iglesia de Santa Catalina, entre otros lugares sagrados. Era hora de comer y los franciscanos nos acogieron, una vez más, de manera cariñosa en su preciosa casa para peregrinos de Belén.
Después de comer, fuimos hacia la Plaza del Pesebre, donde observamos el impacto turístico de la ciudad de Belén, rodeada de valor histórico pero también de grandes franquicias de hostelería que tratan da dar servicio al incipiente turismo extranjero. La plaza era preciosa. Pudimos entrar también en una mezquita, donde no fueron muy amables con nosotros. Por último, compramos souvenirs en una famosa tienda de la Plaza, antes de regresar a Jerusalén y disfrutar de otro periodo voluntario de tiempo libre en la Ciudad Santa.
En esta ocasión, aprovechamos el tiempo libre que se nos concedió para pasear por el intenso barrio musulmán, el más grande de la Ciudad Vieja. Bastante tiempo pasamos también Joaquín Alonso Lluch y yo en una famosa tienda de ajedreces de lujo ubicada en el barrio cristiano, a la que ya habíamos entrado durante la última prueba del Challenge la mañana del día anterior. Allí estuvimos practicando el regateo a niveles altos. El dueño era un auténtico comerciante, duro de negociar. Luis Acha, acostumbrado a comprar obras de arte, nos dio una lección magistral de cómo se realizan estos negocios en países tan flexibles en el comercio como estos, en los que hay que dudar de todo lo que te dicen y negociar hasta aproximarse al máximo a ese precio mínimo por el cual está dispuesto a vender el comerciante, quien nunca va a perder; la cuestión es que “te la cuele mucho o poco”. Más allá de la peculiaridad del sitio y del dueño, creo que es un sitio interesante para toda persona a quien le guste la empresa y las negociaciones. Poco después, regresamos al hotel. Era hora de ducharse y ponerse el traje de gala con la corbata azul de la EBS. Se avecinaba una noche importante.
Son alrededor de las 7 cuando, tras un cóctel festivo en el hotel, nos dirigimos al Consulado General de España en Jerusalén. Entramos dentro y nos recibe la mujer del Cónsul, en una gran casa de tonalidades blancas. En el salón se nos dice que debemos esperar al Cónsul, que aún no había llegado. Pero, cuál es nuestra sorpresa cuando Baldomero Lago anuncia que el Cónsul General de España en Israel, una persona de gran importancia para el país, es… ¡Juan José Escobar Stemmann!, quien había estado con nosotros desde Tel Aviv como miembro del equipo de profesores y se había definido como un “observador de la zona”. Estaba claro que, escuchándole hablar, Jansi era alguien importante en este territorio. En el Challenge todo son sorpresas. Nos dio un gran discurso que nos hizo aprender si cabe un poco más de esta zona y de la hostilidad religiosa y territorial existente. Tras invitarnos a una copa de champagne, nos anuncian que fuera de la casa nos esperan seis todoterrenos oficiales del Consulado para llevarnos, a cada equipo respectivamente, al prestigioso hotel de cinco estrellas King David donde se celebraría la cena de gala final.
El Hotel King David es espectacular. A lo largo de alguno de sus pasillos tienen la fotografía junto con la firma de grandes personalidades que han pasado por ese hotel en la historia. Teníamos un salón reservado, perfectamente decorado para una ocasión especial, como era la gala final del Challenge 2014. Cada equipo ocupó una de las mesas redondas, acompañado por un hakham. En nuestra mesa tuvimos el honor de tener a Juan Carlos Cubeiro, rodeado de esenios. Los exquisitos platos se fueron sucediendo, entre continuos y emotivos discursos de agradecimiento y despedida por parte de organización y profesores. A continuación, durante uno de los últimos platos previos al postre, llegó el turno para que cada equipo expresase unas palabras sobre su experiencia en el Challenge. Nuestra portavoz fue Gloria, que lo hizo magnífico. Fue verdaderamente emocionante escuchar a los amigos de cada equipo manifestar sus sensaciones de una aventura que terminaba. A cada participante se le entregó un obsequio conmemorativo de este Challenge, que no podía ser otro que una réplica de la Menorah judía grabada con las palabras “EBS Challenge 2014”.
A continuación, interrumpiendo el postre, llegó el momento que todos estaban esperando, el anuncio del equipo ganador de este Challenge. Carlos Ongallo subió al atril, donde había una gran Menorah con los seis colores de los equipos y seis velas encendidas, una por cada tribu. Los Esenios habíamos liderado desde la segunda a la quinta prueba del Challenge y teníamos grandes expectativas de ganar, partiendo siempre de la base de que el mejor de los premios ya lo habíamos obtenido: una experiencia de sensaciones irrepetibles y una gran familia de amigos; por lo que estábamos muy felices y tranquilos pasara lo que pasara. La última prueba de Jerusalén lo iba a decidir todo. Se apagó la luz de la sala, y el ganador sería el único equipo cuya vela no fuese apagada. Así pues, volvió a encenderse la luz y, con la música de “Color Esperanza” de fondo, la única luz que sobrevivía era la de la vela del equipo amarillo, los Moabitas, quienes ganaron el Challenge de Israel y Jordania 2014. Fue un equipo muy aguerrido y con grandes personas, que mereció, por supuesto, ganar. Viendo sus caras de emoción tras el anuncio fue bastante sencillo encajar que habíamos quedado segundos a tan solo 105 puntos de aquellos, estando muy contentos por nuestros compañeros. En realidad, todo el mundo se felicitó entre sí, como ya habíamos hecho al acabar la última prueba del Challenge en el Barrio Judío de Jerusalén. Sin duda, el Challenge lo habíamos ganado todos y cada uno de nosotros.
Por último, faltaba salir un rato por la noche de Jerusalén para rematar la celebración por un día y una semana inolvidable. Fue muy interesante ir a tomar una copa por Jerusalén, ya que nos permitió conocer un poco de la ciudad moderna de Jerusalén y la gran diferencia física que posee respecto a la Ciudad Vieja. El tipo de gente que salía por los bares era de perfil cosmopolita y actual, como también lo eran los edificios y calles. No obstante, Jerusalén es una gran urbe de algo más de 800.000 habitantes, que goza de amplio desarrollo en muchas de sus áreas. Casi todos los participantes del Challenge nos dirigimos a un bonito bar-terraza en el ático de un hotel, donde tomamos algo juntos escuchando música del momento. Allí estuvimos charlando y disfrutando, hasta que pusimos rumbo al hotel via taxi.
Día 8. Muro de las Lamentaciones. Regreso a España y despedida.
Último día de esta gran aventura de alto voltaje. Y qué mejor manera de despedirnos de Tierra Santa que haciendo un recorrido guiado por las entrañas de la Ciudad Vieja de Jerusalén. Pese a que ya habíamos callejeado y tomado instantáneas los días precedentes, tanto durante la prueba de las ocho puertas como en los ratos libres, poder apreciar esta ciudad con detenimiento y guiados por Fray Emérito Merino, uno de los mejores conocedores de esta ciudad de España, fue algo excepcional. Nos pusimos nuestros polos de viaje de la EBS de color negro, último desayuno, cargamos las maletas en el autocar y rumbo al corazón de la ciudad tres veces santa.
Qué decir de Jerusalén que no haya comentado ya. Es la capital de Israel, pero seguramente podemos hablar de Jerusalén como la capital histórica del mundo. Una ciudad cargada de historia (una de las más antiguas), espiritualidad y pasión. Una ciudad donde convergen las tres principales religiones monoteístas del mundo. Muchos dicen que dentro de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén se encuentran los principales problemas que padece el mundo; si se encontrara la fórmula para solucionar los conflictos que existen en Jerusalén se solucionarían buena parte de los conflictos existentes en la Tierra. Esta ciudad ha sido destruida y reconstruida otras tantas veces. En la Ciudad Vieja y alrededores encontramos templos y lugares absolutamente sagrados para judíos, cristianos y musulmanes, en medio de la algarabía y de una mezcla cultural brutal en no demasiados kilómetros cuadrados. Unas 30.000 personas habitan con regularidad entre sus murallas. La espiritualidad se respira en las calles de Jerusalén. Difícil es describir la sensación de caminar durante horas por allí, es algo que hay que vivir por encima de otras experiencias meramente turísticas.
En la ciudad Vieja encontramos cuatro barrios: el armenio, que es el más pequeño, el cristiano, el musulmán y el judío. El Barrio Cristiano y su emblema principal, el Santo Sepulcro (junto con el Monte de los Olivos), ya lo habíamos visitado el jueves nada más llegar a Jerusalén. El Barrio Musulmán y su extenso mercado lo pudimos recorrer en nuestro tiempo libre, al igual que el Barrio Armenio. Por ende, al grupo le faltaba por visitar con mayor detenimiento el Barrio Judío, el principal en cuanto a importancia en la ciudad (estamos en Israel, país netamente judío). De este modo nos dirigimos, en primer lugar al Barrio Judío, que se extiende a lo largo del Sureste de la ciudad amurallada, desde la Puerta de Sion hasta el Barrio Armenio. Se trata de un barrio muy cuidado, repleto de sinagogas. Nos encaminamos a su lugar más destacado por la espiritualidad que emana para los judíos: el Muro de las Lamentaciones.
En torno a él, los judíos realizan fervientes oraciones suplicando el regreso de Dios a la tierra de Israel y la reconstrucción del Tercer Templo Judío de Jerusalén. El viernes es el día fuerte de rezos judíos, como pudimos observar aquel día en el ratito que pasamos junto al Muro. En este caso era Domingo y la intensidad de los judíos, especialmente de los ortodoxos, también era enorme; principalmente en el túnel que hay en la parte izquierda del Muro, mucho más activa espiritualmente que la parte externa situada de manera visible en la Plaza Hurva. De verdad que es muy impactante ver los atuendos y la manera en la que exteriorizan su religión los judíos, pudiendo parecer la forma en la que rezan algunos la Torá automatismos completamente fanáticos. Al margen de ello, la plaza Hurva es muy bonita y está cerca de la famosa Mezquita de la Roca, con la cúpula de oro, que contribuye a una de las imágenes típicas de Jerusalén, que incluye Muro de las Lamentaciones, Mezquita y parte del Monte de los Olivos.
Acto seguido, paramos junto a la Menorah o lámpara de siete luces, donde ya habíamos realizado una posta de la última prueba del Challenge. Es de oro puro, y conforma un símbolo religioso vital para el judaísmo. Según la Biblia, se encontraba en el Tabernáculo y luego en el Templo de Jerusalén. Está expuesta en una vitrina blindada, al aire libre. Es uno de los principales elementos representativos de Israel.
Por último, nos dirigimos por la puerta de Sion hacia el Cenáculo, pasando junto a la tumba del Rey David. Fue especial poder ver el Cenáculo, lugar donde Jesús cenó con los apóstoles la última cena de su vida antes de morir clavado en la cruz; pero más especial aún fue despedirnos de Jerusalén y de Tierra Santa celebrando una Eucaristía, oficiada por Fray Emérito, al lado del Cenáculo, en una pequeña iglesia franciscana. Fue algo difícil de repetir.
Con esa alegría nos despedimos de Jerusalén, tomando por última vez el autobús de Nabil en la pequeña explanada junto al Cenáculo y poniendo rumbo hacia el Aeropuerto Ben Gurion, ubicado junto a la ciudad en la que toda esta aventura comenzó: Tel Aviv. Allí, tras una parada técnica para una última comida juntos y un nuevo paso por la seguridad israelí, tomamos nuestro avión de vuelta a la T4 de Barajas. Junto a la recogida de equipaje, nos fundimos en un inmenso abrazo todos los participantes y profesores. Algunos se quedaban en Madrid, otros partíamos hacia Extremadura en autobús, adonde llegaríamos de madrugada.
Era el momento de la despedida. Nuestras caras denotaban tristeza porque esto terminaba; pero también profunda emoción por todo lo vivido, por los amigos conquistados y por la motivación de regresar a nuestra vida diaria con una nueva forma de afrontarla y de mirar lo cotidiano. Acababa el Challenge, empezaba el Challenge personal del día a día de cada uno.
Ahora empieza mi verdadero Challenge
En lo más profundo de la mochila negra de la EBS me llevo una experiencia de intensidad, emociones y aprendizaje impagables; unas ganas inmensas de seguir mejorando y comerme el mundo (personal y profesional) y, sobre todo, una familia de casi cinco decenas de amigos. Solo quiero, para concluir, dar las gracias a la EBS Business School, a Carlos Ongallo por ofrecerme la oportunidad, a mis hermanos Esenios (Alfonso, Blanca, Pablo, Gloria y Guillermo Díaz) y todas y cada una de las personas que participaron e hicieron posible este Challenge, esta aventura, este punto de inflexión en mi vida. Todos los colores, todos los equipos, convergen en uno solo: el azul único de la EBS Business School y lo grande que fuimos capaces de pensar un grupo de valientes aquella semana del 2 al 9 de marzo del año 2014 en Israel y Jordania. Gracias.
Guillermo Alegre García, participante en el EBS Challenge 2014 de Israel y Jordania.
EBS Challenge 2014: El abrazo del desierto from EBS on Vimeo.
Si quieres vivir esta gran experiencia del Challenge de Israel y Jordania, la EBS Business School está organizando el Challenge + del 1 al 8 de marzo de 2015. Infórmate en su web www.ebs.es.
1 comentario on “Mi crónica del EBS Challenge 2014 de Israel y Jordania”
No lo podrias haber descrito mejor!!
Compartirlo contigo ha sido un lujo!!
Sigue disfrutando de todo lo que hagas!
Un abrazo